sábado, 10 de septiembre de 2016

EL PERRO NEGRO DEL MONASTERIO DE EL ESCORIAL

       
   




Según cuenta la leyenda,

no era el único deseo

del rey Felipe Segundo

construir el Monasterio

para dejar en la historia

la inmensidad de su imperio,

como tampoco lo era

recordar a San Lorenzo,

sino que había algo más,

algo más que un simple sueño,

una especie de inquietud,

cierta preocupación, miedo,

una única intención:

cerrar la entrada al infierno.

Al parecer, las personas

que lo estaban construyendo

veían de vez en cuando

deambular a un perro negro

del cual era llamativo

su rostro, su extraño aspecto.

Sabían que ese animal

escondía algún misterio,

pues parecía venir

del fondo del mismo suelo,

ya que se le había visto

recorrer el Monasterio

algunas veces por fuera

y también otras por dentro.

Se ordenó, entonces, cogerlo,

y al final lo consiguieron:

lo mataron de inmediato

y con él aquel secreto.

Pero pasaron los años,

y en diferentes momentos

había quienes juraban

haberlo visto de nuevo

pasear como si nada

a pesar de estar ya muerto.

La leyenda sigue viva,

porque, si bien pasa el tiempo,

hoy algunos, todavía,

dicen haber visto al perro,

un perro con ojos rojos

como si fuesen de fuego.